martes, 7 de junio de 2011

Un día un Puto fue a dialogar con el Estado moderno


Un día un Puto fue a dialogar con el Estado moderno.

puto:- “vos no me marcás, entonces: dame un derecho”
Estado moderno:- “¿cómo decís?”
puto:- “vos me tenes que dar un derecho a mi porque no soy igual, porque soy diferente”.
Estado moderno:- “No, no es así. Vos tenés un problema. Vos debés estar enfermo porque sos puto. ¿Fuiste al psicoanalista? ¿Te medicaste? Porque sos puto, es tu enfermedad…”
puto:- “no, no es una enfermedad”
Estado moderno:-“Ah, ¿no es una enfermedad?”
puto:- “no. soy diferente y vos no queres reconocer mi diferencia”
Estado moderno:- “¿Y cómo hago? No puedo, quiero decir: no está contemplado…”
puto:- “es facil… vos dame el derecho y yo me caso”
Estado moderno:- “No, no puedo. En el Registro Civil dice que tienen que ser de distinto sexo”.
puto:- “Modificalo. Vos sos el soberano y el soberano modifica la ley civil”
Estado contemporáneo:- “Ok. A ver… ya está. Acá tenés tu derecho. Casate nomás con Otro Puto.”
puto:- “Perfecto, yo me caso… pero soy puto”
Estado contemporáneo:-“Ok, pero anda al Registro Civil, Puto”
puto argentino:- “ok, me voy a casar al Registro Civil”
Estado contemporáneo:- “Sí qué tal, ¿con quién tengo el gusto?”
indio: “qué tal, soy indio”
Estado contemporáneo:- “¿Quién?”
indio: “Pueblo Originario”
Estado contemporáneo:- “Ah qué tal, recién estuve con Puto. ¿En qué te puedo ser útil?”
indio:- “Vos no me marcás, entonces: dame un derecho”
Estado contemporáneo:- “Ah bueno!”
indio:- “Vos me tenes que dar un derecho a mi porque no soy igual, porque soy diferente”.
transexual:- “Que tal, yo tambien vengo con el”
Estado contemporáneo:- “¿vos no sos Puto?”
transexual:- “No, yo soy Trans”.
Estado contemporáneo:- “No es lo mismo...”
transexual:- “No, no es lo mismo. Soy diferente y vos no queres reconocer mi diferencia”
Ale de GH 2011:- “¿Qué tal?”
Estado contemporáneo:- “¿Qué hacés, Ale?”
Ale de GH 2011:- “Quiero mi DNI”
tío judío de Ale de GH:- “¿Qué tal?”
Estado contemporáneo:- “Pero los judíos ya están reconocidos…”
tío judío de Ale de GH:- “Sí, pero yo formo parte de una facción judío-católica. no soy igual, soy diferente, quiero reconocimiento de mi diferencia dentro de la diferencia.”

Al final del día, el Estado-nación se sentía extremadamente cansado. Había perdido mucha sangre, una tarde carnicera de mucho reconocimiento. Puto, Indio, Trans, Ale de GH 2011 y su Tío Judío-Católico le habían estado masticando las entrañas durante toda la tarde. Pero mientras se desinfectaba y se vendaba comprendía que todo era parte de la época: la Era de la Subjetividad Demandante. Una figura (monstruosa), que reclama y reclama identidades cada vez más bizarras, exige derechos cada vez más infinitos, hiperpolitiza para despolitizar. El Estado razonaba consigo mismo, hablaba solo, dialogaba consigo mismo, como en un resto nocturno de tanto dialogar con minorías: “El concepto de minoría supone el concepto de mayoría. De acuerdo. Pero en realidad la idea de minoría impugna la distinción entre minoría y mayoría en su funcionamiento efectivo, porque transforma a todos en minorías, segmenta. Así opera −es decir: segmentando− el concepto de minoría en relación con el pueblo”. El Estado-nación estaba cansado de tanto tener que reconocer anomalías, pero estaba más cansado por todas las anomalías por venir, las que se arremolinaban polimorfas en el horizonte del futuro. Y claro, viendo que algunas anomalías estaban siendo reconocidas, ¿por qué no probar a ir a hablar con el Estado-nación para ver si colaban también las demandas de ellas? Por un lado, toda esa proliferación imaginaria de anomalías seguidas de anomalías (cada vez más anómalas) en busca de reconocimiento identitario… Por otro lado, él, el viejo Estado-nación, que estaba, pero estaba cada vez en peores condiciones de garantizar eficazmente todos los derechos que se le reclamaban…: “¿Qué nuevas formas de derecho van a venir a reclamarme? ¿Qué nuevos recursos materiales y espirituales voy a tener que aportar para hacerles frente? ¿No se dan cuenta de que estoy débil, de que tengo que competir con toda una serie de marcaciones identitarias mucho más poderosas que yo y encima soy el único responsable al que todos acuden con sus demandas?". Obsesionado con este último punto, rumiaba para sí: "Porque cuando la población tiene un problema no acude al capital financiero ni al flujo comunicacional, que desafían todos los días las fronteras que yo intento resguardar, sino que vienen ante mí, el Estado. Y yo no fugo como fuga el capital cuando no le conviene, yo tengo que estar, con cada día nuevos reclamos…” Amargado, pensaba: “todos los putos, trans, indios y Ale de GH que vengan ¿no se dan cuenta de que con el paquete de derechos de que ahora gozan viene incluida una idea de nación que yo, el Estado, tengo la misión de custodiar y legar a las generaciones venideras y que ellos −puto, originario, trans y Ale− tienen que brindarse a una relación de obligación política, pagar los impuestos, lealtad a la nación y dar la vida por mí en caso de peligro? Espero que sepan a lo que se comprometen. Porque si no esto es joda, viejo”. Ofuscado, los pensamientos le salían torpes. Sonaban anacrónicos, no parecían a tono con la época de los Derechos Humanos Absolutos. Pero sabía que algo de esa cepa de virus minoritario debía inocular en sí, era la única forma de sobrevivir a la epidemia epocal.
Luego de desahogarse mentalmente, el Estado se recostó. “Mejor será descansar, me espera para mañana otra espiral de demandas de identidad, renuovados conflictos y negociaciones por el reconocimiento”. Y justo antes de sumergirse en los campos del sueño, una última meditación destelló en el umbral de la conciencia del Estado: “Qué época enferma, hay demasiado trastorno de personalidad para todos aquí…”.

(Informe de la Abadía de Asuntos Especulativos.
División de Anti-inteligencia)